Si puedo imaginarlo, puedo lograrlo
¡Cuántas veces no hemos hecho algo porque no nos vemos capaces! O peor aún, porque un ser querido, si, esos mismos que deberían motivarnos a hacer lo que nos gusta en lugar de meternos el miedo en el cuerpo, nos dicen que no estamos preparados. Os diré un secreto: El que dice que no podrás hacerlo, es porque él ya falló intentándolo. Y digo yo… ¿Qué hay de malo en tropezar una y otra vez?
A veces observamos a otras personas y las perfilamos como triunfadores, gente de éxito o con suerte en la vida. No sé si se cayeron en una marmita al nacer, si llevan una herradura incrustada en alguna parte de su anatomía (Y allá cada uno en qué parte ande pensando) o si simplemente son criaturas que desprenden purpurina a su paso y hacen crecer flores por donde caminan. ¿De verdad es esa la vida que queréis? Creo que no hay nada más aburrido que nacer con todo hecho. Que sí, que trabajar y luchar por lo que queremos cuesta mucho y normalmente sentimos ganas de tirar la toalla a medio camino. ¿Pero y si estamos a punto de lograrlo? Compara la satisfacción del luchador con la de aquel que consiguió lo que quería sin apenas esfuerzo. Y el que lucha conoce los peligros, la decepción, el dolor. Se ha ido formando con el tiempo y ahora está preparado para hacer cosas que el triunfador nunca necesitó plantearse. Le faltan medios, y a nosotros nos sobran balas con las que seguir disparando. Muchas veces me pregunto por qué tenemos que sufrir tanto y pasar por situaciones tan dolorosas. Otras, descubro que el ser humano nació capacitado para soportarlas, y en mi caso, he sobrevivido. Somos criaturas maravillosas.
Cuéntame. ¿Cuál es tu meta en la vida? ¿Qué es eso que tanto te aterra pero deseas conseguir? Nada es imposible. Tienes las armas, tienes las ganas. Bien sea emprender un nuevo negocio, embarcarte en un viaje, independizarte, estudiar esa carrera que tus padres nunca apoyaron, casarte, comprarte un perro, subastar a tu suegra por ebay… no, no digáis que os he motivado a hacer esto último. Pero sea cual sea tu sueño, aférrate a él y llévalo atado contigo a todas partes. Que no llegue el día en el que te encuentres sin ninguno. ¿Qué harás entonces? No hay peor vida que una sin sueños, y no importa de qué dimensiones sean. Alarga el brazo y ya estás un paso más cerca de tocarlos.
Olvida todo lo que te han dicho hasta ahora. Si quieres, puedes.
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